viernes, 5 de agosto de 2011

"El Dìa Z" Cap 2. EN ANTECEDENTES.

Cap 2. EN ANTECEDENTES.
4 años antes, 15 de Octubre, en alguna parte de Afganistán. 10:04 horas.


Adler nunca lo supo por supuesto, pero aquello que se guardaba en las placas de cultivo había salido directamente de una pequeña cueva en los desierto de Afganistán. Durante una misión de reconocimiento un avión espía norteamericano había fotografiado una cueva de la cual salían de manera muy visible huellas de neumático. Aquello por supuesto no era algo normal los Talibanes eran sumamente cuidadosos ocultando su rastro, era básicamente lo único que les podía mantener con vida el tiempo suficiente para luchar contra el gobierno que les había impuesto el imperio Yanqui.


La misión de reconocimiento no se hizo esperar y se llevo a cabo apenas una semana después. Esta fue precedida de 5 días de estrecha vigilancia por parte de dos unidades de élite especializadas en vigilancia próxima. Cuando el primero de los soldados Americanos descendió del Blackhawk y toco suelo pudo comprobar que la boca de la cueva yacía silenciosa y oscura, algo que no hacia presagiar nada bueno para ellos.


Penetraron en la cueva una escuadra de seis soldados, y avanzaron en la oscuridad de la cueva ayudados por los dispositivos de visión nocturna acoplados en sus cascos.


No había nadie en casa...

El grupo llego a una sección de a cueva cuyas paredes habían sido tratadas en hormigón, en el centro de la pared que habían levantado los antiguos habitantes de la cueva se alzaba una pesada puerta metálica que tenia aspecto de cerrar de manera hermética, aislando de esta manera el interior de la cueva y evitando cualquier contacto con el exterior.


Descorrieron el cierre en válvula, no sin esfuerzo y finalmente la pesada puerta de acero templado quedo libre de la presión del mecanismo de cierre, se escucho en toda la sala un sonido parecido al que se obtiene al abrir una botella de refresco, pero mucho mas amplificado y todo se cubrió de un fuerte olor a quemado. Esta instalación no era nada barata.


Con la disciplina de la que hacen gala los soldados de élite norteamericanos penetraron en el interior de la habitación que se escondía tras la puerta y comenzaron a ver que las paredes alicatadas en azulejo blanco comenzaban a oscurecerse a causa del hollín, síntoma claro de que unas potentes llamas habían barrido la habitación al completo.


Rápidamente comenzaron a desplegarse para cubrir las cuatro esquinas de la habitación que se abría ante ellos, el olor era muy fuerte y entre el penetrante olor a quemado comenzaban a asomar otros olores de origen químico que les obligo a ponerse las mascarillas protectoras.


No había signo de vida dentro de la habitación tampoco. Uno de los soldados encendió una bengala y la lanzo en el centro de la habitación, bañando toda la estancia con una potente luz rojiza que logro arrojar luz a el caos que había por toda la estancia, todo el mobiliario de trabajo estaba volcado, roto o quemado, por todo el suelo había finos cristales que debieron pertenecer en su día a equipamiento de laboratorio, las paredes estaban alicatadas hasta el techo con azulejo blanco, similar al que habían visto al cruzar la puerta metálica por primera vez, pero a pesar del terrible incendio que debió acontecer allí, las huellas que dejo el fuego respetaban toda la pared opuesta a la puerta de entrada, como su el fuego se hubiera provocado para evitar que se saliera de la habitación, cubriendo toda la puerta. En una esquina el blanco azulejo estaba salpicado de un liquido negro que despedía un olor dulzón a medida que se acercaban. Se trataba de sangre mezclada quizás con algún que otro resto biológico que a la luz de la bengala tomaba colores verdosos y amarillentos.


-Sargento- La voz potente de uno de los soldados resonó en el lugar a pesar de que no la pronuncio en voz alta.


-informe soldado- respondió el.


-Tenemos dos cadáveres aquí.- El líder del grupo se acerco a donde se encontraba el hallazgo, no muy lejos de donde se encontraba la mancha negra en el inmaculado blanco pulido de la pared.


Se trataba de dos hombres, parecían fundidos en un abrazo de ceniza sangre y fuego, se encontraban casi como si se hubieran escondido detrás de uno de los bancos de trabajo que hubieran aproximado a la pared.


-Hay algo raro en el que esta encima señor, parece estar sujetando algo que sobresale por debajo de ambos.- -vosotros dos, ajustaos las mascarillas y levantad al que esta encima.-


Los dos soldados obedecieron , apartaron el mostrador y mientras uno cogía los pies el otro trataba de introducir las manos entre los dos cadáveres para así asir de las axilas al que se encontraba encima.


Ellos ya imaginaban que seria una tarea difícil despegar a dos cadáveres que se hubieran parcialmente carbonizado en un incendio pero sorprendentemente consiguieron separarles con facilidad. La luz de la bengala era muy tenue cuando lograron levantar al cadáver y depositarlo en el suelo junto a su compañero de abrazo, asique un soldado comenzó a alumbrar la operación con una linterna de mano.


-Sargento, de estos dos hombres el único que resulto quemado fue el que estaba encima. El otro hombre ya estaba muerto cuando el primero cayó sobre el.-


- eso es imposible. Nadie con unas quemaduras así podría moverse, aparte como sabe que el que estaba abajo ya estaba muerto cuando llego el primero.-


- señor, no hay salpicaduras de sangre en ninguna parte mas allá de aquella esquina de allí, este hombre tubo mucha suerte.-


Un segundo miembro del grupo intercedió en la conversación sarcásticamente -si, ya lo veo, mucha suerte sin duda, ¿por que crees que tubo suerte si esta tan muerto como el otro


El primero, con una mirada sombría y visiblemente preocupado respondió señalando al cadáver que yacía de espaldas en el suelo – tubo suerte porque ya estaba muerto cuando comenzó a comerle, lo que el quemado sujeta en sus manos son parte de los intestinos de nuestro amigo.-


Había llegado la hora de irse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario